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El escritor presenta una desternillante parodia sobre el Covid-19 ambientada en un futuro en el que un nuevo virus amenaza con revivir la pandemia y que critica las actuaciones y comportamientos políticos y sociales ante esta situación
Todos han celebrado cumpleaños y lo han pasado bien, pero ¿qué pasaría si circunstancias externas obligasen a prolongar la estancia de los invitados durante días?
Con esta premisa, el escritor Jo Lee Myors presenta su primera novela Después de la señal (Editorial Círculo Rojo).
En esta distopía paródica, tan real como la vida misma, el autor se inspira en los acontecimientos vividos en marzo de 2020 en adelante para construir una historia que recoge todas las prácticas, normas y restricciones impuestas en la sociedad con la aparición de la pandemia con un humor desternillante. El autor escribió la obra durante el confinamiento, por lo que los lectores podrán extrapolar los patrones y pautas que se impusieron día a día durante esa época por parte del Gobierno.
«La idea fue de mi hija. Al saber que nos iban a confinar, le propuse hacer algo juntos para poder aprovechar el tiempo que íbamos permanecer encerrados y me dijo: ‘Escribir una novela’. Dispuesto a complacerla, me encontré delante del ordenador, con la pantalla del procesador de textos en blanco y las ideas como la pantalla. ¡Y llegaron los telediarios! Iluminado por las incongruencias que veía, oía y sentía cuando empezó la pandemia, me serví del sarcasmo para afrontar situaciones que solo se pueden llorar o parodiar. Cada noticia que veía, cada estadística cuestionable, cada prohibición incongruente me daban para escribir un capítulo completo».
Después de la señal es una obra amena y divertida. Los lectores encontrarán referencias al lenguaje «inclusivo», el 5g, las teorías conspiraciones, el teletrabajo, el confinamiento y demás vivencias actuales que fomentarán la crítica del autor hacia el uso de la tecnología, las noticias falsas o el abuso del poder político. Pero también da visibilidad a la población más perjudicada, los ancianos; a la soledad a la que muchos de ellos se enfrentaron y se siguen enfrentando; a la muerte de muchos seres queridos a los que no se les pudo despedir, y al aumento de problemas psicológicos y empeoramiento de otras patologías previas que han sumido a la población en un manto de tristeza y vulnerabilidad.
De acatar todos estos temas se encargan los personajes de esta obra. Entre ellos destacan el abuelo, Sebastián, un hombre chapado a la antigua, entrañable, duro, con aparente mal genio, pero tierno por dentro, cuya inteligencia se deja notar nada más comenzar la novela; la abuela a la que, pese a que la edad ha mermado, el abuelo sigue queriendo con locura por todo lo que han vivido y convivido juntos; Guzmán, el padre, un tipo que pasa desapercibido, pero en cuya cabeza fluyen las ideas sin parar, fruto de los genes que le tocaron del abuelo; la madre, con carácter de sargento a primera vista, aunque dulce y buena persona donde las haya; Lai, la perra inquieta y lista, envidiada por sus privilegios, que hace ver que no sabe mear en el interior para sacar a pasear a todos los habitantes de la casa, y la protagonista que, igual que su madre, en la novela, no dispone ni de nombre ni de apellido… Simplemente, no les hacen falta. Independientemente de cómo se llamen, son de esa gente que, cuando los necesitas, siempre están ahí. Es una chica alegre, entusiasta, amiga de sus amigos y consciente de que le queda mucha vida que aprender.
«Quería reflejar muchas cosas que casi todos pensamos y no decimos por temor a ser políticamente incorrectos. De esta manera, el lector puede encontrar una clara invitación a cuestionarse todo lo que existe a su alrededor y asume como natural, siempre con un toque de diversión. Por todo ello, ambientar las escenas en un mundo paralelo, similar al que vivimos, me resultó casi necesario».
El talento narrativo del escritor se refleja en su agudeza para la ironía y en las relaciones entre los personajes, que dan visibilidad a todos los temas presentes en la crítica de la obra y que tiene como objetivo no olvidar lo vivido y abrir un camino de reflexión personal.
Este libro es ideal tanto para jóvenes como para adultos, ya que el humor no tiene fronteras. La hija de Jo Lee Myors participó activamente en la revisión del manuscrito que ha derivado en esta novela hilarante que atrapará a cualquiera que se asome a sus páginas.
«Lo de dar un perfil viejoven a la novela, más que difícil, ha sido fruto de la colaboración intergeneracional. En cuanto a lo que más he disfrutado, es que llegó un momento en el que a cada noticia de telediario le veía cabida dentro de la novela. Yo comentaba las ideas en voz alta y reíamos juntos. Con ese recuerdo, me basta. Aún ahora, a los Ministerios les seguimos llamando Mifisterios y al Palacio de la Moncloa, el Palacio de la Mona Cloa. Eso es genial porque seguimos disfrutándolo».
Sin duda, una propuesta novedosa e ideal para reír y encontrar el positivismo que muchos creían perdido. Pero eso sí, como transmite el mensaje escondido en esta historia, siempre disfrutándola con familia y amigos, pues el tiempo es fugaz y se debe aprovechar con los seres queridos.
La novela de Jo Lee Myors, Después de la señal, ya está disponible en las librerías para aquellos lectores que busquen una historia necesaria y diferente.
Fuente Comunicae