Redacción. El Museu de Prehistòria de la Diputació de València acoge la exposición temporal ‘En tiempo de los visigodos al territorio de València’, una muestra de producción propia que presenta cerca de un centenar de objetos arqueológicos recuperados de los yacimientos visigodos más emblemáticos del territorio de València y que ha sido presentada por el Diputado de Cultura, Xavier Rius, la directora del Museo, Mª Jesús de Pedro, junto con los representantes de los ayuntamiento col·laboradores: Roberto Raga, alcalde de Riba-Roja de Túria, Manuel Civera, alcalde de Lliria y La diputada y concejala de València, Glòria Tello
La exposición está comisariada por los arqueólogos: Esperanza Huguet Enguita, Josep Maria Macias Solé y Albert Ribera i Lacomba, quienes han realizado un riguroso trabajo de investigación, así como un gran esfuerzo de síntesis histórica.
Los fondos expuestos pertenecen al Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputació de València, al Servicio de Investigación Arqueológica Municipal del Ayuntamiento de València, al Museo del Pla de Nadal del Ayuntamiento de Riba-roja de Túría y al Museo Arqueológico del Ayuntamiento de Llíria.
En palabras del diputado de Cultura de València, Xavier Rius, esta exposición “reivindica la presencia de los visigodos en nuestro territorio y nos cambia las ideas preconcebidas sobre esta época. El objetivo es aportar una perspectiva actualizada sobre esta época que, muchas veces, ha sido considerada oscura”.
Desde la creación del Servicio de Investigación Prehistórica en 1927, donaciones, hallazgos casuales, materiales procedentes de prospecciones y excavaciones, han ido consolidando la formación de una importante colección de arqueología clásica. Esta colección incluye materiales procedentes de yacimientos de época tardía como “Els Xarcons” de Montserrat, “La Falquía” de Beneixida, o los de las excavaciones de “El Romaní” en Sollana, dirigidas por Domingo Fletcher y Enrique Pla en 1952; también los de “Punta de l’Illa” de Cullera, excavada por Miquel Tarradell, D. Fletcher y E. Pla en 1955, 1957 y 1966. Más tarde se añadirían los del yacimiento de “València la Vella” que, entre 1978 y 1980, dirigieran Gerardo Pereira y Carmen Aranegui y por último se añadieron las procedentes del yacimiento de Riba-Roja de Túria “Pla de Nadal” que fue excavado por Empar Juan en los 80 del siglo pasado.
En 2003 se abrió al público la nueva sala de Mundo Romano y Visigodo donde se actualizaron y pusieron en valor estas colecciones de arqueología clásica que hasta entonces quizá no habían sido presentadas convenientemente, sobre todo en el caso de los yacimientos de época visigoda, asentamientos privilegiados, como es posible reconocer a lo largo de esta exposición.
La arqueología romana y visigoda ha visto paulatinamente incrementada su presencia en la vida cotidiana del Museu de Prehistòria: las excavaciones de “Horta Vella”( Bétera), dirigidas por J. Burriel y J. L. Jiménez; el reinicio de las campañas en “Valencia la Vella”(Riba-Roja de Túria), dirigidas por A. Ribera, M. Rosselló y E. Huguet, además de los conjuntos recuperados en los yacimientos de Llíria, Valentia, etc., han creado un nuevo escenario en el que los visigodos merecen ser los protagonistas.
Los visigodos, sin ser conscientes, en sus 200 años de gobierno, vivieron una etapa de transición absoluta, siendo protagonistas de un período donde aún se observan muchas reminiscencias clásicas junto a numerosos elementos innovadores procedentes del mundo germánico y también del romano oriental. El conocimiento del mundo visigodo es imprescindible para valorar la implantación del mundo musulmán así como para entender la génesis de los tiempos feudales en nuestras tierras.
El planteamiento museográfico de la exposición ha sido desarrollado por el equipo de exposiciones del Museu de Prehistòria de València, con la contribución del arquitecto Miguel Ángel Navarrete Santana. Escapando de las iluminaciones tenues y los colores apagados, que a menudo encontramos en la correcta, pero sobria, museografía arqueológica, el espacio se conceptualiza mediante una iluminación intensa y la presencia de vivos colores ya que la propuesta expositiva está basada en una síntesis de las paletas de colores planos (amarillos, rojos, verdes y azules; entre otros) con los colores primarios empleados en el siglo XX por movimientos artísticos como el neoplasticismo.
La exposición sobre los visigodos en la provincia de València consta de un espacio introductorio y tres ámbitos: El mundo urbano, La vida cotidiana y Territorium.
El discurso expositivo se inicia con un esbozo de la visión que la historia moderna y contemporánea ha elaborado del mundo visigodo, incluyendo la representación de éste por la cultura popular. Se expone una imagen extraída de un códice alto medieval, que muestra cómo los visigodos se representaban a sí mismos. Estas dos perspectivas, que hacen hincapié en la contraposición entre la auto-representación de una sociedad y la visión de la misma desde el presente, son las que nos proporcionan los elementos cromáticos que dan forma a la exposición.
El espacio de “Presentación” tiene una iluminación más tenue y un color azul cobalto, haciendo que destaquen la imagen retro-iluminada de un códice visigodo y el título de la exposición. De esta manera el visitante tiene la sensación de adentrarse en un espacio de un remoto pasado. Esta parte se inicia con el audiovisual Quienes fueron los visigodos, una vitrina-muro con piezas emblemáticas como el anillo de oro con amatista del siglo VII procedente de “La Almoina” (Valencia) o el tridente de oro de Leovigildo que imita el monetario bizantino, de la segunda mitad del siglo VI, procedente de “València la Vella”. Un vinilo sobre suelo muestra un mapa de la migración de este pueblo en su diáspora hasta la península ibérica.
“El mundo urbano” y “La vida cotidiana” están unificados en el color granate. Las piezas aquí expuestas, un bol de vidrio tallado con escenas cotidiana, una lucerna de canal abierto o los collares de ámbar y pasta vítrea, nos hablan especialmente de la ciudad episcopal de Valentia, de su economía y comercio, y por eso es un espacio abigarrado y tortuoso, con un gran número de elementos museográficos, donde destaca una estructura especial que representa una tumba colectiva de la conocida Cripta de San Vicente, y un interactivo sobre el conjunto monumental de la Valentia visigoda.
El último ámbito denominado “Territorium” se divide en dos partes que corresponden a dos colores. En el primer espacio más diáfano, se presentan tres yacimientos: el monasterio de Punta de l’Illa, el asentamiento amurallado de València la Vella y la villa rural de Horta Vella. Cada uno de ellos representa un estilo de vida bien definido por sus piezas arqueológicas: los objetos de culto como un lampadario de bronce, la acumulación de riquezas y poder a través del monetario de oro, plata y bronce y el trabajo rural con los podones y tenazas de fundición. En esta parte se destacan las imponentes murallas del asentamiento de València la Vella con una gran lona retro-iluminada lateral. Los tonos de esta imagen son terrosos, y para armonizar con el resto de elementos de la sala se ha escogido el color amarillo ocre. La segunda parte del ámbito de “Territorium” más cerrada, corresponde al edificio palaciego de Pla de Nadal, en el que se muestran piezas de arquitectura y artes decorativas. En este espacio se cierra el círculo regresando al color azul cobalto del principio. Este color permite que las piezas arquitectónicas y sus ricos motivos decorativos tallados en piedra, de color blanco grisáceo, destaquen sobre el fondo, ganando más protagonismo. A este último apartado se accede a través de la recreación de un arco visigodo, desde el que se proyecta el audiovisual Territorium.
La exposición en el Museo de València concluye con una frase rotulada en árabe, que pone fin al mundo de los visigodos, y que nos conecta con el amanecer de la cultura islámica en nuestras tierras.
Esta exposición abre una ventana al conocimiento de una época histórica que en muchas ocasiones ha sido menospreciada y escasamente valorada. Sin embargo, los procesos identificados en esta época reflejan la capacidad de adaptación de un pueblo a un período poco floreciente. Y el territorio valenciano se ha convertido en uno de los mejores ejemplos para conocer una rica realidad que, necesariamente, ha de estar al alcance de toda la ciudadanía